When the process becomes a painting…
La pintura está muy cerca de lo que acontece, del fluir permanente de las cosas. Pintar es un modo de experimentar y hacer continuo que ayuda a conocernos.
Desde la segunda residencia en Shanghai en el año 2019 y el primer simposio en Wels, Austria del 2021, hubo un periodo de reflexión que hizo replantearme la investigación y la práctica pictórica que venía realizando.
Desde entonces mi trabajo se centra más en el propio proceso pictórico que en la búsqueda de una “pintura acabada”.
“Quien se obsesiona con la cima se pierde la montaña” leí en una red social, todo eran indicadores, un punto de inflexión en mi compromiso.
Si centramos nuestra atención en el proceso pictórico, hay muchos elementos que son pintura por ellos mismos. La preparación de una imprimación, la elección del soporte, la paleta, los descartes y los restos.
La elección intencionada de los colores de la paleta como en la serie “Looking for Goya” y su creación (en mi caso tablas, pvc o pedazos de cartón) se manifiestan ahora como pinturas.
La paleta acumula incesantemente mezclas y búsquedas, pero también almacena todo el tiempo que una pintura o una serie de pinturas necesita para ser desvelada.
Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. Todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. En la paleta podemos adivinar las huellas de ese proceso. En este sentido las pinturas más recientes son contenedores de experiencias y búsquedas de pequeñas revelaciones por medio de las mezclas, de las que de algún modo sales colmado.
No quiero parecerme a Frenhofer el protagonista de la novela corta de Balzac “La obra maestra desconocida” que persigue envuelto en la locura una utopía, la obra perfecta. Me identifico mucho más con las palabras de Bukoski que describen a Vallejo: “Estamos cansados de casi todo el arte. Vallejo escribe como un hombre y no como un artista”.
Del mismo modo me encantaría pintar como un “hombre” y no como un artista.