When the process becomes a painting…
La pintura está muy cerca de lo que acontece, del fluir permanente de las cosas. Pintar es un modo de experimentar y hacer continuo que ayuda a conocernos.
Desde mi última residencia artística en Austria el pasado verano, mi trabajo se centra más en el propio proceso pictórico que en la búsqueda de una “pintura acabada”. Quizá el momento personal y las influencias de una revisión a los movimientos del “Accionismo Vienés” y “Fluxus”, han cambiado mi modo de ver y hacer.
Si centramos nuestra atención al propio proceso pictórico, hay un elemento que determina y concentra todo el proceso, la paleta.
La elección de la paleta (colores-mezcla) y su creación (en mi caso tablas, linos o pedazos de cartón ensamblados) son el argumento y el fondo de una nueva serie de pinturas.
La paleta acumula incesantemente mezclas y búsquedas, pero también almacena todo el tiempo que una pintura necesita para ser desvelada.
Sabemos que todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. En la paleta podemos adivinar las huellas de ese proceso. En este sentido las nuevas pinturas son contenedores de experiencias y búsquedas de pequeñas revelaciones por medio de las mezclas, de las que de algún modo sales colmado.
La pintura es el proceso.